Nuestro cuerpo está conformado por diferentes sistemas y órganos que tienen, en los pies y manos, un punto reflejo que los representa. Despide el año conociendo la reflexología y aprovecha sus relajantes conexiones.
Inicialmente la reflexoterapia -práctica con orígenes en antiguos pueblos de Egipto, India, China y Japón- fue sistematizada por dos médicos que le dieron el marco de conocimiento que se aplica en la actualidad.
A comienzos de los años 30 un fisioterapeuta estadounidense descubrió que una eventual presión sobre uno o varios puntos del pie tenía una gran eficacia terapéutica. En el pie, hay más de 7000 terminaciones nerviosas que se conectan, entre sí, con distintos órganos y sistemas del cuerpo.
La reflexología se puede aplicar en todas las edades para prevenir o acompañar enfermedades y para promover la salud.
Con ello se desencadena un flujo de información a través del sistema nervioso que potencia recursos naturales del cuerpo generando respuestas neurobioendócrinas equilibradoras. Estas tienen por objeto promover bienestar, manejar el dolor, desintoxicar, mejorar la circulación, regular las emociones y, principalmente, producir relajación.
Las zonas reflejas se encuentran distribuidas en la piel; donde están estas zonas hay una modalidad de aplicación de tratamientos, dando lugar a la reflexología.
En cada sesión se aplican técnicas de estimulación en las zonas reflejas con las manos, sin ninguna herramienta adicional. La reflexología puede ser aplicada para tratar lumbalgias, ciático, fibromialgia, diabetes, hipertensión, insomnio, trastornos digestivos y renales, en pacientes oncológicos, enfermedades crónicas y otras dolencias.
Entre sus beneficios, alivia tensiones, reduce el estrés, estimula el sistema circulatorio, endocrino, digestivo, nervioso, inmunológico, energético y también induce a una mayor relajación.