Llegamos al mes de Mayo, mes lleno de actividades y celebraciones que tienen que ver con nuestra existencia, nuestra educación y nuestra evolución como personas. La llegada al mundo, nuestra formación, nuestra elección profesional, todo ello, reflejado en los esplendorosos días de este quinto mes del año.
La llegada al mundo, relacionada al Día de la Madre, una de las evocaciones más maravillosas del país, llena de júbilo y reconocimiento, que nos dejará una vez más ese maravilloso sabor de boca al compartir con nuestra querida madre este día y todos los demás. Y para quienes tienen la evocación viva, nada mejor que enternecerse con los recuerdos de nuestra maravillosa memoria humana, más triunfante y orgullosa que cualquier otro invento.
No sé por qué, pero el día del Maestro me recuerda -primero- la escuela primaria, los esfuerzos, los lonches, la bandera, el entusiasmo, los logros. También me recuerda a los maestros que nos dejan enseñanzas en otros niveles y muchos, que nos acompañan en el presente, ya lejos de las bancas y salones.
Pero el mes abre con uno de los días más importantes en el tiempo contemporáneo. El Día del Trabajo reúne todas las condiciones de nacimiento, formación y evolución hacia el respeto mutuo, los derechos, el éxito social, la consistencia profesional y la solidaridad humana. El trabajo dignifica a quien lo realiza con esmero y enaltece a quien lo respeta considerándolo un derecho y no un simple medio que busca un beneficio.
En todo el mundo -menos en Estados Unidos- se conmemora, celebra y admira este día en el que el recuerdo de una tragedia nos lleva a formalizar nuestro vínculo social: una fuerza imparable que da origen al motor de una nación.
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