Hace unos días llamó mi atención en Instagram, un reportaje que mencionaba la problemática del agua en un famoso destino turístico del sur de México llamado San Cristóbal de las Casas. Los locales se quejaban de una empresa refresquera que usa grandes cantidades de agua para producir sus productos. Aproximadamente consume 1.2 millones de metros cúbicos diarios, mientras los habitantes sufren constantes cortes en el suministro, a veces por varios días. Esta corporación, por si fuera poco, después les vende el agua en forma de bebidas endulzadas y agua embotellada, líquido que debió fluir libremente para ellos sin necesidad de ser privatizado.
Al compartir este video en mis historias, el algoritmo siguió enviando a mis notificaciones videos similares, con los que apareció otro reportaje en el norte de México, específicamente en el estado de Sonora, lugar donde las grandes mineras han causado gran devastación y contaminación de las fuentes de este recurso hídrico. Este nuevo reportaje presentaba a un grupo de campesinos impidiendo el paso a las pipas de una empresa minera que venían a extraer este fluido esencial de los pozos que ellos usan para la siembra y la vida diaria. Esta empresa busca expandir su producción de cobre para lo que necesita más agua, aunque ya gasta alrededor de 44.3 millones de metros cúbicos al año.
Más tarde apareció el video de una persona de Monterrey, Nuevo León, otro estado del norte de México. Mencionaba que una constructora que se encontraba cimentando un nuevo desarrollo habitacional tenía meses drenando mantos acuíferos que se encontraron al excavar el área. La frustración de quién grababa el video era porque ese vital líquido pudo haber llegado a parar a los hogares de los pobladores que tanto lo necesitan, en lugar de terminar derramado en la calle.
Aquí en Puerto Vallarta las cosas no son tan diferentes del sur, del norte o del centro de México, es más, no es tan diferente de otras ciudades alrededor del mundo. Aquí en nuestra Bahía se están construyendo decenas y decenas de grandes desarrollos turísticos que necesitarán abastecerse del preciado líquido para brindar un servicio de calidad a los visitantes.
Estas edificaciones traen consigo empleo para mucha gente, y aseguran que tendremos turistas que seguirán manteniendo la economía de esta región, además, el número de visitantes aumentará con la nueva ampliación del aeropuerto y las autopistas que conectan hoy a la ciudad con Guadalajara y el colindante estado de Nayarit.
Pero ¿Cuál será el costo que se tendrá que pagar? El turismo parece ser un arma de doble filo, porque por un lado mantiene la economía, pero por otro está acabando con nuestros recursos naturales y genera una problemática enorme con el agua que afecta ya a las colonias marginadas, pues muchos de nosotros nos quedamos sin agua varios días a la semana. Nuestros ríos, que fluían antes libres, han sido apresados, nuestros esteros rellenados y nuestros acuíferos drenados.
Al final, nosotros mismos alimentamos este conflicto. Consumimos lo que producen las mineras, refresqueras y constructoras. También somos turistas. Las decisiones que tomemos hoy al consumir podrían ser la clave para evitar la gran guerra por el agua que se avecina en todo el mundo.
Por: SuperCrab Sapiens Correo: birdbraham@gmail.com