Este mes de abril es el mes de los niños, coronado por la celebración de su día en toda la república mexicana: 30 de abril, fecha conmemorada desde 1924.
Los niños conforman el colectivo más maravilloso que existe sobre la tierra, por eso no es extraño que José Vasconcelos pensara en ellos y en su educación de manera primordial para que “…vivieran en la escuela las mejores horas de su vida…”.
Hoy, este colectivo atraviesa por momentos difíciles dado que las innumerables crisis y, también la pandemia, los han expuesto, de manera directa, a sufrimientos indescriptibles.
“De acuerdo al Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) el desarrollo de la infancia, que va de los seis a los trece años de edad, es clave para consolidar las capacidades físicas e intelectuales, para la socialización con las demás personas, y para formar la identidad y la autoestima.”
Los niños viven hoy en un mundo en el que la guerra, la codicia, la insensibilidad y la soberbia han logrado poner de manifiesto su más grande amenaza: el odio.
De por sí, el cambio climático y la destrucción de nuestro entorno, la migración obligada, las desigualdades y la priorización de las prácticas comerciales depredadoras, amenazan el presente y el porvenir de los niños del mundo. Por otro lado, los políticos, aún no se han puesto de acuerdo en cómo ver el futuro sentando bases en un presente endeble y muchos, casi seguro, ni conocen los derechos fundamentales de los niños: derecho a la vida, la educación, la identidad, la salud, la libertad, por solo nombrar algunos.
Por todo esto, el objetivo de la celebración del Día del Niño debería ser lograr concientizar, aunque sea por solo un momento, sobre la realidad en la que vive la población infantil. Conocer los derechos a los que tienen acceso como seres humanos, desterrar la discriminación social de la que son objeto y realizar actividades para que su bienestar sea permanente y, la mejora de su entorno, una realidad. Su presente y su controvertido futuro deberían ser nuestra prioridad suprema.
Afortunadamente en casi todas las celebraciones que incluyen pinta caritas, títeres, música, cine, paseos, regalos y mucho más, prácticamente en todas, se incluye hoy, una mención a los derechos fundamentales de estos jovencitos.
Ellos, ya están viviendo en el mundo que les dejamos y heredarán, en un abracadabra, la dura responsabilidad de seguir buscando soluciones a los problemas que no hemos podido resolver nosotros los adultos.
Decididos a que el mundo sea mejor para nuestros menores, convengamos que las niñas y los niños pasen un excelente Día del Niño, que vivan un apasionante mes de abril, y que su vida quede amarrada a un futuro providencial donde sea, una relevante realidad, el amor en la familia, la paz en el hogar y donde las palabras de Vasconcelos suenen en todos los ámbitos: que los chamacos vivan en la infancia las mejores horas de su vida.