Cuauhtémoc, cuyo nombre náhuatl significa “Sol que desciende” o “Águila que desciende”, fue el último huey tlatoani o rey-sacerdote azteca, quien tomó el mando para defender a su pueblo en plena conquista española.
Cuauhtémoc fue uno de los jefes militares más entusiastas y participó en la emblemática victoria que obtuvieron los mexicas cuando obligaron a Hernán Cortés y a sus tropas a huir de la capital, momento histórico conocido como el Día de la Noche Victoriosa.
La falta de apoyo de otros pueblos del momento y los estragos que la viruela ya había causado en parte de la población volvieron imposible evitar que Cuauhtémoc y sus huestes perdieran la batalla naval para recuperar Xochimilco.
Tenochtitlán fue asediada y sitiada durante 75 días, sin alimento ni bebida y con plaga de viruela. La intención de los españoles era acabar, por hambre y sed, con la población.
Cuauhtémoc fue llevado prisionero ante Hernán Cortés y pidió a éste que lo matara con su puñal, es decir, pidió ser sacrificado para obtener una digna muerte. El conquistador se negó, y el tlatoani en silencio fue encadenado y luego torturado. Cortés, temeroso de que el ejemplo cundiera, mantuvo al reo cerca de él.
Intereses poco claros en los documentos de los cronistas de la época convencieron al conquistador de cuidarse de Cuauhtémoc, entonces Cortés lo encerró para finalmente decapitarlo y colgarlo de un árbol el día 28 de febrero de 1525, según unas fuentes, o el 25, según otras. Nunca se hallaron sus restos. CNDH.